El juego de dominó es muy antiguo, se desconoce su origen y etimología. Dicen unos que fue inventado por un francés apellidado Dominó, de allí su nombre; dicen otros que lo inventaron los griegos, otros que los árabes, otros que los egipcios y otros que los chinos, y hay quien diga como complemento, que fue inventado por un mudo, cosa que se ha hecho proverbial, al tratar de justificar que durante el juego no se debe hablar. Cualquiera que sea su origen, lo cierto es que este juego es antiquísimo, y de esto no cabe la menor duda, renació en Francia a mediados del siglo XVIII, cuando lo volvieron a poner en moda, lo mismo que en España e Italia.
El Gran Diccionario Universal del Siglo XIX, por Pierre Larouse, explica la etimología de una manera muy caprichosa: dice que este juego por su sencillez, debió estar muy en uso en los Conventos, y que cuando uno de los jugadores ganaba una partida, decía: BENEDICAMUS DOMINO, por lo cual el juego recibió el nombre que tiene.
Menos caprichosa parece la explicación que da Littrc en su Diccionario de la Lengua Francesa, cuando dice que “El juego ha sido llamado así a causa del revestimiento negro que cada ficha lleva encima”, es decir, que se le dio el nombre de Dominó, porque parece que cada ficha vaya cubierta con un traje de Dominó. En conclusión, dos versiones importantes recogen los libros: una se refiere a los Monjes; la otra al Carnaval. La versión Santa y la versión Pícara, como dice Cazalis en su reportaje aparecido en el Suplemento Dominical del periódico “El Nacional” de Caracas, en su fecha: septiembre 9 , 1956.
El Dominó, juego popular y de salón, no en vano fue llamado Deporte de Reyes en una época en que fuera introducido en las Cortes, se practica en casi todo el mundo, y en nuestro País está muy difundido y goza de una gran afición. Es un juego sumamente interesante y recreativo, con caracteres propios, donde intervienen una serie de factores: saber, psicología, malicia, azar y criterio deductivo, que cultivándolos convenientemente, permiten llegar a ser un magnífico jugador del mismo. Es un juego mitad ciencia y mitad suerte que en algunos momentos adquiere un profundo carácter matemático.
Jugando bien el Dominó, es como se disfruta de un verdadero rato dé placer; aunque parezca paradógico, divierte más el perder jugando bien, que el ganar jugando mal; porque en Dominó no todas las buenas jugadas se coronan con el triunfo, ni todas las malas jugadas terminan con la derrota: a veces jugando mal se gana.
Conozco muy buenos aficionados que han llegado a viejos jugando exactamente igual, es decir: han llegado a un tope, son jugadores rutinarios que, aunque pasan el tiempo con el juego, no han llegado nunca a vivir la emoción de una buena jugada, y que cuando la practican la hacen por azar, desconociendo la magnitud y la repercusión que van a conseguir con la misma.
Este pequeño curso será una guía para orientar a la afición tratando de hacer un estudio y descripción, más o menos completo, de cómo se debe jugar al Dominó, contemplando al mismo tiempo casi todas aquellas situaciones especiales que se presentan en el desarrollo de una mano, incluyendo consejos útiles para todos aquellos que deseen jugar al Dominó con sentido común y fundamento científico.
Procura siempre aprender un poco más de lo que sepas, lo que conseguirás en partidas donde lleves la peor parte, y no en partidas donde tú seas superior a los contrarios. Aquel que sabe menos que tú no puede enseñarte nada, y, por el contrario, tú serias su maestro. Cuando el contendor sea superior a ti, te enseñará algo siempre que te acostumbres a razonar el por qué de sus jugadas; y cuando no estés jugando en la partida, trata siempre de observar aquel que juega más, y sin dedicarte a criticar, cosa común en los mirones, analiza y estudia todas las jugadas que veas realizar, sin ocuparte de ver las cartas del contrario, lo que podría desviarte en cualquier razonamiento que estés practicando, trastornándote así el hábito de razonar y deducir, tan fundamental en este juego apasionante y divertido.
Debes en todo momento ponerle al juego un gran interés, aun cuando vayas a realizar partidas “amistosas’’; solamente así te acostumbrarás a ser un jugador de rendimiento y efectividad durante todas las partidas que realices. Te aconsejo esto porque la mayoría de jugadores regulares juegan tres o cuatro partidas con muy buena técnica, para después caer entregados y rendidos por cansancio u otras causas, dando lástima en partidas donde en realidad han debido ser triunfadores con toda seguridad, si hubieran mantenido el mismo ritmo de juego desplegado en sus primeras partidas.
Mucha gente cree y dice que dos malos jugadores pueden ganarle a dos buenos. Esto no es cierto. Dos malos jugadores podrán ganar una o dos partidas en una serie de diez; jugar Dominó no es sentarse a efectuar una partida de cien tantos, es realizar una serie de partidas en contra de la misma pareja y superarlos abiertamente durante diez partidas como mínimo. Es a la larga donde se aprecia la calidad y la efectividad de un buen jugador. En Dominó dos jugadores regulares, o malos, pueden ganarle a un buen jugador que tengan por contrario, siempre y cuando el compañero de éste sea tan malo como los otros dos. En esta situación, el buen jugador estará jugando contra tres enemigos, siendo el tercero su propio compañero.
Se sabe que el Dominó entre cuatro, es decir, en compañía de dos contra dos, es un juego de equipo, donde las parejas coordinan y combinan sus juegos para así desplegar un desarrollo efectivo durante la mano, persiguiendo siempre un mismo fin: o ganar, o “descartarse’’ cuando se vean perdidos. De hecho el buen jugador participará de las pérdidas que acarreen las malas jugadas de su compañero. A lo que muchas veces esas jugadas le puedan seguir la siguiente frase--->
Cuando juegues en contra de un jugador de real valía, procura siempre que al maestro lo acompañe un jugador que sea inferior a ti y lograrás desarrollar una partida donde las fallas del compañero del sabio te permitirán igualar las posibilidades de triunfo. Es ésta la razón por la cual muchos se jactan de que el Dominó no necesita sino suerte para ganar y ya a través de este curso te darás cuenta del concepto erróneo de estos sujetos que confunden cazar con casar y se creen unos grandes sabios, cuando en esas oportunidades doblegan a un magnífico jugador,
por el solo hecho de que éste no tenía en la partida quien lo acompañara. Aquél que juegue bien no tiene derecho a perder, siempre y cuando vaya bien acompañado.
El Dominó que se juega en Venezuela y en algunos otros países consta de 28 fichas, cartas o piedras, combinadas a base de puntos, con una suma total de 168, con siete unos, siete doses, siete treces, siete cuatros, siete cincos, siete seises y siete blancos; y repartidos esos 168 tantos entre las 28 fichas, dan un promedio de seis tantos por ficha, teniendo cada una su complementaria, y entre ambas, por consiguiente, han de sumar doce tantos. La complementaria del doble seis, es el doble blanco; la del seis-cinco es el uno-blanco; la del cuatro-tres, es el dostres, etc., etc. En consecuencia, con las fichas del Dominó se forman catorce docenas, ya que son 28 fichas.
El domino 2 vs 2 en compañia.A pesar de que esta modalidad es un poco difícil, no se necesita tener inteligencia privilegiada para llegar a conocerle todos sus secretos y adquirir un dominio del mismo. Es suficiente solamente un poco de retentiva y un poco de razonamiento, en la mayoría de las veces de lógica elemental, para llegar a descifrar jugadas aparentemente oscuras y difíciles. Pero si difícil es el juego, es más difícil enseñarlo a jugar bien. Todo aquel quien le gusta jugar al Dominó tiene su criterio muy personal con respecto al mismo. Se considera un buen jugador y no admite observaciones y sugerencias de aquel que juega más, porque sencillamente no lo reconoce, porque en este juego nadie respeta a nadie;
a menos que se trate de partidas donde se apuesta dinero. Ya la experiencia lo ha enseñado así.
Abundan los malos jugadores, los regulares en la mayoría de las veces pasan más a ser malos que buenos; estos últimos son muy escasos, tan escasos que considero que no llegan al 1 %.
Barajadas las cartas, fichas o piedras, cada jugador toma siete de ellas, Al levantar las fichas correspondientes, el jugador debe hacer el siguiente juicio: ¿Qué me ha tocado levantar? ¿Es un juego bueno? ¿Es un juego regular? ¿O es un juego malo? Es cuestión fundamental e importante. Desde luego que para hacer este juicio, el jugador debe tener algún conocimiento de Dominó; conocimiento qué le permita apreciar el valor de su juego. Además, debe tener en cuenta que el llamado juego regular es un tipo de juego susceptible de transformarse en juego bueno en el desarrollo de la mano.
En líneas generales, y a mi criterio, se puede considerar juego bueno todo juego que no tenga fallas ni dobles, que en el caso de que al mismo tiempo sea un violín podríamos llamarlo juego superior. Como se ve, juego bueno es todo juego completo, es decir, que no tiene fallas ni dobles.
Los violines con el doble quedan excluidos de esta definición, pero en algunos casos pueden ser juegos formidables; especialmente si se trata de que al mismo tiempo nos toque la salida, o si en el curso de la mano tenemos la oportunidad de desarrollarlo con la garantía de colocar el doble correspondiente.
Juego malo es aquel que tiene dos o más fallas, o tres o más dobles, o las dos cosas a la vez. Este tipo de juego sigue siendo malo hasta el final. No quiero decir con esto que el jugador que levante una mano semejante estará perdido irremediablemente, porque en Dominó se puede ganar con un juego malo y muchas veces hasta jugando mal.
Juego regular es aquel que tiene una falla, o un doble, o las dos cosas a la vez. No hay que olvidar el concepto emitido anteriormente de que este tipo de juego es el único susceptible de transformarse en juego bueno durante el desarrollo de la mano y de que todo violín no es un juego bueno.
Los juegos buenos difícilmente se pierden, si son bien administrados; mientras que con los violines se pierden muchas manos. Aquí se cumple con gran frecuencia el proverbio que dice: el que tiene mucho de una, tiene poco de otra. Además, con los violines hay que saber jugar. No todo el mundo juega bien con un violín.
Es muy importante sentar este criterio de calidad de juego, es decir, estar capacitado para medir sus fuerzas, para calibrar el poder del juego que en suerte nos ha tocado, ya que de esto depende la actitud que ha de tomar el jugador en la mano o base correspondiente. Tomando en consideración que la concurrencia de dos juegos malos difícilmente se presenta, mientras que las otras combinaciones sí se suceden con gran frecuencia, es decir: dos juegos buenos, dos juegos regulares, uno bueno y uno malo, uno bueno y uno regular, uno regular y uno malo, y teniendo en cuenta que en Dominó se debe tener seguridad para hacer las jugadas no dejando éstas al capricho, nos es muy fácil fijar nuestra posición o actitud en cada mano, sencillamente obedeciendo a este pequeño razonamiento: si se tiene juego bueno, se debe jugar para sí. Si se tiene juego regular, solamente se debe jugar para sí en el caso de que se haya transformado en juego bueno por el desarrollo de la mano. Y si se tiene juego malo, se debe jugar para el compañero, no retrasando jugadas efectivas por colocar un doble ante el temor de que los contrarios pueden ahorcarlo. Es muy importante esta posición del jugador que levante mal juego, ya que las manos o bases de Dominó se deciden, en la mayoría de los casos, por la colocación oportuna de una sola ficha, que yo me he dado en llamar “ llave de la mano” , y que a partir de esta jugada, las demás, como por encantamiento, se suceden de una manera obligada.
En el juego de Dominó no se debe ser personalista. Solamente en aquellos casos en que se tenga seguridad de ganar, seguridad de dominar, es donde uno debe jugar para sí, como sucede ordinariamente cuando se tiene buen juego.
Ocurre con frecuencia que la piedra que llamo “llave de la mano”, está en poder del compañero, quien por hacer una jugada de temor, deja de colocarla en su debida oportunidad, haciendo perder así una mano ganada. Es justamente a este temor al que se debe muchas veces, no la pérdida de la mano solamente, sino la pérdida de una partida. Muchos jugadores creen que las partidas de Dominó se ganan o se pierden en la última mano. Desde luego que esto es aparente. Para mí las partidas de Dominó se deciden en cualquier mano.
En Dominó gana el que llega primero a Cien, no el que domine mayor número de veces. Una pareja puede haber dominado diez manos y sí no ha llegado a cien, no ha ganado. Y si en la misma partida la otra pareja en dos manos llega a cien, ésta es la ganadora. Que sirva de norma este principio: hay que tratar por todos los medios posibles de llegar a cien primero que el contrario.
Los puntos en Dominó no se deben desperdiciar, porque son éstos los que deciden. Si es necesario pensar mucho para coger un punto más, se debe hacer; para no pasar por la desagradable
posibilidad de perder en 99, y así mismo, hay que tratar de que el contrario no llegue a den primero que nosotros. Si hay que pensar para que el contrario nos coja un punto menos, debe también hacerse. Porque en 99 se gana y se pierde.
Hablando del personalismo que despliegan algunos jugadores en el Dominó, personalismo que no tiene razón de ser, ya que la partida es de dos contra dos, y lo mismo da que el dominador sea uno o su compañero, no me explico por qué estos sujetos se empeñan en que deben ser ellos los únicos capaces de agotar sus fichas en cada mano. Cualquiera que sea el ganador, la anotación se hará en la columna que les corresponde.
Conozco muchos jugadores que juegan es basados en la 7 fichas que tienen y pasan por alto que hay otras 21 fichas que también están jugando, entonces como estos solo están observando sus fichas hacen jugadas que permiten la entrada de fichas que le están haciendo daño tanto a su compañero como a el mismo (o ella misma) y eso ocurre porque ese jugador o jugadora solo tiene la visión puesta en su juego y no esta llevando un verdadero análisis de las fichas por las que su compañero ya paso o ya golpeo o incluso por las que ella misma ya paso, esto sin duda es increíble pues a cada rato observo entre gran defecto en muchos jugadores.
Estas cosas parece que no tuvieran importancia, y, sin embargo, son tan esenciales que aquel que no siga estos consejos, siempre será un jugador mediocre, por más años que tenga en este juego.
En Dominó existen una serie de proverbios que no se ajustan a la verdad de los hechos. Ejemplo: "Dominó seguro no se tranca". "Hay que jugar siempre para la mano". "No se debe salir en pelo". "Hay que salir por el doble mayor". "Cuadro al pie pasa la mano", etc., etc. Todos estos proverbios, aparentemente axiomáticos, NO deben servir de guía para efectuar jugadas. NO te debes dejar llevar por este tipo de proverbios ya que No es lo mas correcto.
Las trancas en Dominó se deben aprovechar porque son las jugadas que permiten la no salida de puntos. Desde luego hay que saber trancar, y en su oportunidad enseñaré cómo se debe calcular una tranca para que ésta no se pierda. No se debe trancar para perder.
"Hay que jugar siempre para la mano", dice el falso proverbio que NO tiene razón de ser, ya que en Dominó no existe mano. Un jugador puede tener cinco fichas y los demás una o dos fichas, y sin embargo el ganador puede ser el que tiene el mayor número de fichas, mediante la posibilidad de una “ caída de gorro”. Esto sucede con frecuencia y es por eso que la mano no hay que respetarla. Depende del juego que uno haya levantado. El salidor no está en la obligación de levantar un buen juego; por el contrario, puede tenerlo muy malo y le toca salir. Ahora bien, su compañero, que en esa mano sí ha levantado buen juego, no debe dejar de desarrollarlo en ningún momento por el hecho de que su pareja es el salidor. Acordémonos siempre de la clasificación de juegos: buenos, malos y regulares. Y de la posición del jugador ante lo que ha levantado.
"No hay que salir en pelo". "Hay que salir por el doble mayor". Esto 2 DICHOS que dice la gente TAMPOCO tienen razón de ser, y al hablar de la salida, me extenderé en explicar cómo se debe salir. Así se pueden ir rebatiendo todos los proverbios consagrados por el uso, y que muchas personas usan como guía y orientación para realizar sus jugadas, la cual por lo general son incorrectos.
En el juego de Dominó no se debe hablar, ni se debe hacer señas. Pero hay muchas jugadas que hablan por sí solas, según la forma como se realizan. Las pensadas en Dominó tienen un gran valor, cada vez que un jugador va a señalar un juego que le conviene o un doble que le incomoda, así tenga una sola piedra que jugar.
De la misma manera, si se juega rápidamente, esto puede traducir que no interesa o no conviene el juego que se inicia. Al principio de esta entrega se dijo que el jugador de Dominó debe cultivar psicología y malicia en el juego. Estos son factores muy importantes que no se deben menospreciar. Sobre todo cuando se juegan partidas de real interés..
He visto varios jugadores y jugadoras que juegan todas las fichas de la misma manera prácticamente sin pensar nada, lo cual es algo incorrecto porque vuelves loco a tu compañero pensando que podrás tener, por lo cuál el juego se vuelve totalmente de azar, también he conocido jugadores que por el contrario en todas las veces que le toca jugar piensan demasiado lo cual conlleva también a volver loco a su compañero que a la final ya no sabe con claridad que fichas puede tener.
El Dominó actual se ha revolucionado de tal manera que la franqueza en el mismo ha desaparecido, pasando a ser un juego hasta cierto punto de “ vivos”. En este aspecto hay que tener mucho cuidado al jugar con personas inescrupulosas que no desperdician la oportunidad donde puedan sacar la ventaja. Hay que estar pendiente especialmente en aquellos casos cuando Los jugadores realizan jugadas ilógicas, para ponerse sobre aviso y cazar cualquier seña que el contrario esté utilizando.
Quien tenga la facultad de descubrir las señas de los contrarios le es muy fácil ganar. Ya que éstos se descubren a todo trance viniendo así a jugar al descubierto. En muchas ocasiones es fácil descubrir las señas y es raro que los aficionados al Dominó no conozcan alguna de ellas. Naturalmente que esta manera de jugar no es Dominó correcto. Es sencillamente un Dominó vulgar. El buen jugador no necesita señas para jugar. Es cuestión de formarse un verdadero criterio dominocístico para jugar extraordinariamente bien como si las cartas estuvieran boca arriba.
Es éste uno de los motivos de estas entregas que es el tratar de formar en los aficionados un criterio para el juego.
Por hoy lo dejaremos hasta aquí, esto ha sido unas bases en la cual aquel que ponga en práctica ya tomará varios pasos de ventajas sobre el jugador promedio, en las próxima entrega continuaremos como estudio estilo mini-curso para mejorar mucho mas nuestro juego de domino.
Saludos a todos Nuevamente
Bruce Daniel -->Principe










Excelente, estos principios, para cultivar en nosotros un estilo y una filosofia de juego, gracias por este apore y en particular me ha ayudado para desarrollar ese estilo de juego, excelente aporte Bruce, muchos saludos y gracias
ResponderEliminarSaludos para ti tambien y espero traer buenos aportes para la mejora de todas las àreas, gracias por tu comentario
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